El 7 de noviembre de 1999, los goles de Rubén Darío Ferrer escribían una de las historias más gratificantes en Peña y Arenales para los hinchas Milrayitas. El delantero, quien previo a la iniciación del torneo tuvo varios tironeos y una disputa encarnizada entre Banfield y Lomas de Zamora, fue fundamental aquella tarde.
“Tras la salida de Carlos Griguol, Gregorio Pérez tomó la dirección técnica de Gimnasia La Plata y varios jugadores que no jugábamos habitualmente en Primera debíamos buscar continuidad y experiencia en otros equipos”, dijo el mismo Ferrer a Los Andes un Sentimiento, hace unos años. El delantero patagónico acordó con Los Andes, no solo por un contrato más seductor que el del Taladro, ni tampoco el convencimiento de los dirigentes. Antes de sellar su vínculo hubo palabras del mismo Jorge Ginarte pero también una ráfaga intuitiva para que cuando parecía que firmaba para los vecinos, los dejara angustiados sin poner el gancho.
¿Cómo se había gestado esta controvertida historia? “Mi representante, Roberto Tocho, tuvo contacto con ‘Cachín’ Blanco (DT del Banfield). Tenía casi todo arreglado con los dirigentes de Banfield, incluso salió publicada una fotografía mía con la camiseta alternativa del club en un diario de tirada nacional”, señaló el Gordo Ferrer.
“Pero Los Andes también se habían interesado por mis servicios: Jorge Ginarte les dijo a los dirigentes que hicieran un esfuerzo. El Vicepresidente de Los Andes, Armando Tedesco, ya estaba al tanto de los términos del acuerdo con el Taladro, me mejoraron las condiciones y objetivos respecto del clásico rival”, explicó el delantero sobre su llegada al Milrayitas, donde además ya estaba un ex compañero del Lobo, Germán Noce. Todos se finiquitó en las oficinas de TyC Sports, donde el dirigente de Milrayitas era un importante ejecutivo de la señal deportiva.
Hace 26 años y ante un marco espectacular en la cabecera visitante, Ferrer solo hizo esperar poco más de 10 minutos para hacer delirar a su público con la apertura del marcador. El zurdo anticipó al arquero José Miguel y al lateral Salvatierra y se llenó la boca de gol, tras un gran centro de ‘Cuca’ Arce, quien conocía muy bien ese terreno.
“Mi representante tuvo que llamar a los dirigentes del clásico rival, que estaban muy molestos por la situación del contrato con Los Andes. Por eso cuando fui el primer partido a la cancha de Banfield me insultaban de todos los rincones, en especial el presidente del Taladro, Carlos Portell, quien se acordaba de toda mi familia. Encima les hice los dos goles y después me despaché en el reducido con otro más pero en Lomas. Por ese entonces en Banfield me odiaban, era mala palabra”, recordaba entre risas el goleador de aquel equipo de Lomas de Zamora que finalmente cumplió el soñado ascenso a Primera División.
Y así como lo contó, Ferrer volvió a romper los corazones de los simpatizantes de Banfield y a enamorar a los del Mil Rayitas, al ampliar las cifras también en tan solo diez minutos, pero ahora del complemento. Pelotazo-centro de Germán Noce desde casi media cancha al área que el 9 bajó de pecho la redonda y la tocó suave ante la salida de Miguel.
Luego el escenario se enrareció. Cuando parecía que la visita iba a seguir estirando más la ventaja, inadaptados ubicados en la tribuna lateral Eliseo Mouriño, lanzaron un pedazo de mampostería que lesionó al lateral Noce, quien sufrió una escoriación en el hombro derecho con desvanecimiento por un cuadro de hipertensión, según había afirmado el recordado médico Carlos Cocciolo, que atendió al jugador durante cinco minutos. Al recuperarse, el mismo futbolista dio su consentimiento al árbitro Juan Pompei para que continuara el partido.
Sin embargo, cuando se iba a reanudar el juego, otro cascote y una varilla cayeron al campo de juego, lo que motivó al árbitro de inmediato suspender el partido por faltas de garantías, pese a los 220 efectivos policiales contratados por el local. En el vestuario, aún con sangre en su hombro lastimado, Noce dijo que la piedra no le partió la cabeza porque vio el proyectil en el aire y giró a tiempo.
Allí comenzó el primer gran festejo de esa temporada con los hinchas quedando afónicos de tanto cantar y agitados de celebrar, que se llevaron como premio no solo del triunfo después de 14 años en el Florencio Sola sino las camisetas que les ofrecieron los futbolistas, para ser el cuarto y último triunfo de Los Andes con el dueño de ese terreno.



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