A cuatro fechas para la finalización de la temporada, Los Andes visitaba a Talleres: el local en una incómoda situación de pérdida de la categoría y el Milrayitas con la pretensión de coronarse campeón esa misma tarde.
Nuestro público no paraba de alentar hasta que, pasadita la media hora de juego, una combinación entre Norberto Figueroa con Héctor Walter Pedutto, derivó la pelota hacia Dardo Dalmiro Migoni, quien con un violento tiro cruzado abrió el marcador que desató la locura de la tribuna visitante, que se comenzaba a probar la corona del campeón. ¿Cómo iba a faltar la canción homenaje al goleador de la tarde? “Minguito el de la villa” ya sonaba para rendir afecto al futbolista creador de "la marianela", que también soltaba todo su repertorio con "la rabona", los tacos, caños y enganches.
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Sin embargo, la celebración ya estaba instalada en la tribuna Milrayitas, que comenzaba a corear canciones como "Chuf-chuf es la Máquina del Sur" o "Que maroma, es la Máquina de Lomas", que describían exacto el sentimiento de sus simpatizantes como lo hacía el emblemático el gran cartel de "Pa' que bailen los muchachos", con un grupo de jugadores caracterizados como una orquesta.
¿Qué tenía de especial ese equipo, además de los resultados? Jim Lópes (Alejandro Galán), un ex boxeador argentino que vivía en Brasil y había sido preparador físico y DT de algunos equipos en San Pablo, pregonaba el sistema 4-2-4, con el que Brasil había ganado su primera Copa del Mundo en Suecia 1958. Junto a José Curti, el planteo de Lópes se transformaba en un novedoso 4-4-2 para aquella época.
Regresando a aquella gran tarde, apenas terminado, los jugadores visitantes quedaron rápidamente en paños menores. La mayoría de ellos se refugiaron en los vestuarios, pero el cerebro del equipo, Héctor Pedutto, un líder estratega que entendía el juego como pocos, no tuvo tanta suerte y acompañó a la hinchada en la vuelta olímpica, que no dieron el resto de sus compañeros. Los Andes se coronaba campeón y por fin se codearía con los máximos referentes de la Primera A.
Después de media hora llegó la caravana histórica hasta Lomas, por Pavón. Hubo un desvío a la estación de Banfield y después todo derecho hasta la Sede, donde los parlantes saludaban a los ídolos. Algunos se querían tirar vestidos a la pileta, aunque todavía no había empezado la temporada. Faltaban tres fechas para terminar el campeonato y ya éramos campeones. Y estábamos en Primera A por primera vez en la historia.



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