En el mismo campo de juego donde desplegó su magia entre 1975 y 1981, los jugadores dejaron la 10 eterna como ofrenda. También, hubo un ramo de flores en el lugar de la platea donde siempre se sentaba el Nene, que lo hacía junto al Pato Aimetta, otros amigos y excompañeros. Otro momento fuerte llegó a los 10 minutos de juego, cuando se detuvo el partido para que el 10 eterno recibiera otra vez los aplausos de nuestros hinchas.
Y para testimonio de quienes lo conocieron ponemos en palabras del actual entrenador Milrayitas, Fernando Ruiz, quien lo definió como un “tipazo con un gran grado humano”, en tan solo seis meses de conocerlo. “La pérdida de Juan ha sido desbastadora. Para mí, conocí en estos seis meses un tipo con un gran grado humano y que hoy me va a quedar el vacío de la charla después de los partidos, donde me transmitía con mucha humildad y claridad lo que veía y pensaba”, señaló el Cabezón, con la voz entre quebrada. “Fue muy importante para mí en todo este proceso de conocer una nueva institución y un gran transmisor de lo que es el sentido de pertenencia por este enorme club”, acotó en cuanto a lo personal.
“Juan era un tipazo y una persona de las que hay pocas en el fútbol, donde hay una idiosincrasia del negocio y sacar ventaja. Juan era todo lo opuesto a eso y era un tipo querible. Y segur que donde esté hará fuerza por Los Andes porque el confiaba y creía en el trabajo pensando para cumplir el objetivo”, concluyó Ruiz. Desde su regreso del exterior, el Nene Díaz se vinculó nuevamente con sus raíces en el club, ayudando permanentemente. No alcanza el agradecimiento por su labor y cuidar y enseñar a los pibes de Villa Albertina. Una leyenda con un corazón gigante. ¡Hasta siempre, Nene querido!
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