¡Y valió la pena insistir! A diferencia de como ocurrió en la noche cuando perdió una y otra vez trasladando la pelota, esta diagonal hacia el centro del arco fue efectiva y aprovechó que no tenía rivales encima para sacar ese teledirigido y dejar de lado su sequía personal.
Así hizo efectivo su falta de profundidad para festejar su quinto tanto propio con la Mil Rayitas (en 23 partidos, unos 1620 minutos) y transformarse en el goleador del equipo. El último gol también estuvo a la altura de este: ante San Miguel sacó un fuerte remate que se colgó del ángulo, pero en aquella oportunidad entrando desde la izquierda al centro y cruzando el remate. Recompensado en el ánimo, luego metió un lindo pasea espaldas del lateral Cuervo para el desborde de Cucho Pérez y posterior tanto de Córdoba.
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