Una
caravana diferente a todas. Era la del Centenario. Con dos horas de
anticipación empezaban a llegar las diferentes familias desde distintos
lugares del conurbano. Sí, eran familias hinchas de Los Andes y muchas.
Tres generaciones juntas, como los Pelozo o los Acevedo, que estaban
desde los abuelos, hijos y nietos todos con una camiseta: la Mil
Rayitas.Una
bandera larga, con el escudo del Centenario, claro. Con dos colores de
forma horizontal, rojo y blanco. No entraba en la cuadra de la Sede de
la extensión que tenía. Medía unos 150 metros y hasta que partió la
Caravana hubo que doblarla de manera tal que ocupe las dos manos de la
avenida más grande del sur de Buenos Aires. A
las 18 hs llegó el grueso de las personas y para ese momento las calles
aledañas a la Sede ya estaban cortadas: el mar albirrojo se podía
observar tanto desde Colombres como Garibaldi. Dos
padres eran los encargados de administrar el maquillaje artístico, y la
fila interminable de nenes que no querían quedarse sin pintura. Ellos
querían sus caras con rayas de colores como su corazón. Minutos después de la hora señalada la peregrinación tomó color:
las banderas en alto, algunos hinchas disfrazados, los que tenían las
caras pintadas, las trompetas y cornetas, cohetes que sonaron desde el
comienzo y dos camiones desbordados de hinchas que acompañaban la
Caravana. Desde
lo más alto se podían ver tres cuadras de fanáticos marchando por las
calles más conocidas de Lomas de Zamora, el primer trayecto fue desde la
Avenida Hipólito Yrigoyen hasta la calle Laprida, la principal del
partido. El
segundo trayecto tuvo escala, porque desde la vieja Pavón hasta la
Plaza Libertad se hizo un mini descanso, teniendo en cuenta que ya
faltaban menos de quince minutos algunos hinchas se sacaban fotos, otros
cantaban los temas más populares que suenan en el Gallardón y hasta se
acordaban de los rivales más cercanos. Finalmente
la caminata tuvo su mayor grado de apoteosis cuando se llegó a la
entrada principal que da a la Tribuna Palacios. Y ahí, la felicidad en
la cara de los hinchas era impagable. Algunos se emocionaban, otros
festejaban y se abrazaban. El sueño de Don Eduardo Gallardón allá por
1917 cobró vida y color: cientos y miles de hinchas marcharon unidos por
una sola razón: LOS ANDES.
Fuente sitio oficial www.clublosandes.com
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